“Diseño curricular por competencias basado en
el enfoque socioformativo para la carrera profesional universitaria de
Agronomía”
(ensayo)

La
universidad como pilar fundamental de la investigación, ente productor y
proyector del conocimiento científico, tiene la función ineludible de sostener
el desarrollo humano de la sociedad que la alberga. La sociedad actual demanda
que la enseñanza superior dote al estudiante de competencias para insertarse en
un mundo laboral exigente, diversificado y muy especializado; y una convivencia
humana extremadamente complicada, individualizada, violenta, corrupta y
axiológicamente deteriorada.
En
esta sociedad tecnificada en extremo, con brechas sociales insalvables y
controlada por la globalización de la economía y la información principalmente,
donde la cultura es envolvente evidenciando que la diversificación y
transculturización deja la predominancia de la de los países desarrollados,
llegando a veces a erradicar algunos rasgos culturales de los que están en
desarrollo.
La
reacción de la universidad ante este reto no ha sido suficiente teniendo en
cuenta la responsable demanda actual de la sociedad. [1]La universidad ha tendido
hacia la “mercantilización” de los servicios de enseñanza, subordinando la
investigación y las demandas de la sociedad, disminuyendo considerablemente la
calidad de la educación. Las sociedades actuales señaladas como las del conocimiento,
exigen un sistema de enseñanza superior que posean un buen nivel de calidad y
pertinencia y un grado de cooperación internacional suficientes, para erigirse
como pilares de la edificación de esta sociedad cambiante, por lo que se hace
necesario y fundamental el apoyo público. La producción y divulgación del
conocimiento genera un costo, en el ámbito cultural, social y cognitivo;
necesitando de parte de la sociedad un nivel de financiación, en lo económico,
social o cultural. La aparición de nuevos conocimientos organizados en
disciplinas cada vez más específicas y en redes de conocimientos más complejos
y menos jerarquizados, ponen un reto considerable a las universidades, para
mantenerse actualizadas, pertinentes y con enseñanza de calidad, por lo que el
nuevo modelo que se implante tiene que ser reformado, teniendo en cuenta estas
características del mundo actual.
Esta
realidad problemática se repite en el Perú, incrementándose con una legislación
que es parte importante de la decadencia del sistema. La universidad no se
adapta a las necesidades actuales de nuestra sociedad, es diversificada,
eminentemente “mercantilizada”, desclasada, con escasa promoción de la
investigación, que se ha extendido a lo largo del territorio con pseudo
filiales sin tener en cuenta las necesidades de su contexto, donde las
profesiones que predominan son las de ciencias sociales y otras, que requieren
menos inversión en laboratorios, equipos y materiales para la investigación.
Por otro lado hay universidades creadas por demandas y tendencias coyunturales
o por intereses económicos y comerciales. Como se explica en Informe “La
Universidad en el Perú” (2005).
Ante
este fenómeno, planteamos un cambio en el modelo curricular de la carrera
universitaria de Agronomía, que contenga una formación en competencias, bajo el
enfoque socioformativo, por lo siguiente:
La
formación que reciben los estudiantes no puede excluir el aspecto humano. El
enfoque socio formativo rompe con la tradición de mantener un currículo que
forme con una selección de los campos del conocimiento acorde con lo que las
personas necesitan conocer para resolver un conjunto de problemas presentes en
el sistema social, con una rigidez academicista que bloquea la toma de
conciencia y la contextualización del estudiante, es decir no hay una formación
humanista.
El
enfoque socio formativo asume el “currículo como como un proceso específico, de
acuerdo a negociación entre los requerimientos de la sociedad, de las
instituciones educativas y de las personas, con respecto a la formación
integral y el aprendizaje de competencias en las diferentes áreas de actuación,
teniendo como propósito favorecer la autorrealización, la construcción del
tejido social y el desarrollo económico” (Tobón, 2010)
El
Enfoque socioformativo o enfoque complejo se define según Tobón (2010) como un
marco de reflexión – acción educativo que pretende generar las condiciones
pedagógicas esenciales para facilitar la formación de personas íntegras,
integrales y competentes para afrontar
los retos-problemas del desarrollo personal, la vida en sociedad, el
equilibrio ecológico, la creación cultural-artística y la actuación
profesional-empresarial, a partir de la articulación de la educación con los
procesos sociales, comunitarios, económicos, políticos, religiosos, deportivos,
ambientales y artísticos en los cuales viven las personas, implementando
actividades formativas con sentido. Difiere de otros enfoques de competencias
en que enfatiza en cómo cambiar la educación desde el cambio de pensamiento de
las personas responsables de ella a través de la investigación acción, teniendo
en cuenta la persona humana como un todo, una de cuyas dimensiones son las
competencias.
El
mismo autor explica que los fines del currículo desde el enfoque socioformativo
apunta a que los directivos, docentes, personal administrativos, familias y
estudiantes gestiones la formación humana integral a través de un solo proyecto
ético de vida, el emprendimiento creativo y el aprendizaje de competencias
fundamentales… este enfoque propende en la aplicación de un currículo que no
sólo tenga que ver con la formación de los estudiantes, sino también para toda
la comunidad educativa en general y un aporte fundamental para elevar el nivel
de calidad de vida.
Según (Tobón, 2010) Los Principios del
Pensamiento Complejo aplicados al currículo son: El principio de la auto-eco-organización, El principio de recursividad organizacional, el principio dialógico y
el principio hologramático.
El principio de la
auto-eco-organización,
consiste en que un sistema vivo debe buscar unos determinados fines acordes con
su estructura a partir de relaciones de dependencia constructiva y cambiantes
con el entorno externo. Los sistemas que se concentran sólo en sí mismos, o que
se despliegan para responder sólo a las demandas externas, no cumplen a
cabalidad con sus fines. Morín lo expresa de forma clara cuando plantea que
para ser independiente, es necesario ser dependiente, pero las relaciones de
dependencia deben ir cambiando para asumir nuevos retos y no quedarse en un
estancamiento.
Las
universidades deben ir cambiando, renovándose para asumir los nuevos retos que
le presenta la sociedad, de la cual dependen, adecuación que las mantendrá en
un nivel de pertinencia, con buena calidad de enseñanza, formando personas
creativas y emprendedoras.
El principio de la
recursividad organizacional,
trasciende la causalidad propia de la epistemología positivista que ha tenido y
que tiene la ciencia tradicional, y en su lugar propone tres aspectos: 1) las
causas actúan sobre los efectos, pero al mismo tiempo, los efectos actúan sobre
las causas; 2) los fenómenos no tienen una única causa ni un único efecto, y
todo ello es necesario analizarlo para generar una mayor comprensión y así
posibilitar una actuación en la realidad más efectiva y pertinente al sistema
global; y 3) los procesos se regulan y mejoran a partir de información, y esta
información debe provenir de varias fuentes, no de una.
En las universidades no
sólo se requiere tener un currículo de calidad para asegurar una buena
formación humana e integral, sino que mucho tiene que ver en la formación los
directivos gestores y emprendedores, docentes capacitados y la intervención de
la comunidad en general en plantear organizadamente las demandas educativas que
se consolidarán en el perfil profesional de cada carrera universitaria.
Para la evaluación del
currículo es necesario utilizar varias fuentes: el sector productivo, los
egresados que son buena parte de la comunidad para ir actualizando los
contenidos y perfeccionándolo de acuerdo a las demandas de la sociedad del
conocimiento.
Los estudiantes no
precisan solamente formarse con los contenidos del campo del conocimiento que
han escogido, sino tener una formación amplia y diversa, que le permita
desenvolverse en la sociedad globalizada y ejercer una ciudadanía universal
propia de estos tiempos.
El principio dialógico, aplicando el pensamiento complejo
que propone un avance respecto a la propuesta de la dialéctica tradicional al establecer
que no sólo hay que unir los contrarios, sino que también hay que establecer
los mejores caminos o medios por los cuales se deben complementar dichos
contrarios u opuestos a partir de unos determinados fines, considerando el
sistema global como tal, buscando que lleven a los procesos a tener un mayor
desarrollo, creatividad, posicionamiento y fortaleza para afrontar el contexto.
En
el sistema universitario, el diseño curricular tiene que tener algunas
características que lo validen, tanto la sociedad como los actores del proceso
formativo, los estudiantes. La complementaridad de los fines y expectativas de
los directivos, docentes, estudiantes y comunidad. Así también de la
investigación científica con la investigación de la calidad de la enseñanza y
la investigación aplicada y lo inherente a esta, como los costos y el
financiamiento.
Así
también la relación de complentaridad de la formación para la realización
personal con la formación científica, la formación socio-ambiental y la
formación para el mundo laboral-profesional.
Así
mismo no se debe dejar de lado la complementación entre la flexibilidad, la
diversificación con la línea de formación trazada en la estructura.
El principio
hologramático, es que
el todo está presente en las partes.
La
universidad como parte de la
sociedad, debe representar a esta, configurándose para encarnar sus necesidades
y problemas, insertada en el tejido social.
El
modelo educativo como parte debe integrar la esencia de las políticas
educativas de una región, país y el mundo que es el todo. El perfil del
estudiante debe articular la esencia del modelo educativo. El diseño de
módulos, proyectos formativos o unidades de organización curricular, que son
partes, deben articular con el modelo educativo institucional, así como las
políticas educativas macro, que es el todo.
La
refundación de la escuela tiene que tener una base científica de orientar la
formación hacia las necesidades de la sociedad actual, de la tecnología y el
conocimiento, de la sociedad globalizada en la economía, la cultura y la
información. Ante esta necesidad surge un paradigma moderno en la investigación
de la educación: el paradigma sociocognitivo.
(Vargas,
2008), detalla la importancia del paradigma sociocognitivo:
Del
análisis de los paradigmas cognitivos y sociocultural, surge el planteamiento
de un nuevo paradigma socio-cultural. (Román y Díez, 1999) En efecto, cada uno
de los paradigmas antes mencionados, aportan su visión y características
peculiares que, integrándolas conforman un modelo educativo compatible entre
sí; bajo una propuesta de transformación teórica y metodológica que responda a
las necesidades de una sociedad globalizada con un tinte humanista.
Los
alcances que este paradigma sociocognitivo pretende cubrir, implican que a
partir de una adecuada estructuración significativa de los contenidos, hechos y
procedimientos, se vea favorecido el aprendizaje significativo individual
(modelo cognitivo); debiendo complementarse con la experiencia individual y
grupal contextualizada de los alumnos (modelo sociocultural); para que de esta
manera, surja el interés y la motivación necesaria que posibilite la creación
de actitudes, valores, capacidades y destrezas.
Surge
entonces una necesidad de usar un nuevo paradigma en la investigación que
complemente los alcances de los paradigmas de la “nueva escuela”, que deben
subyacer para reformar la formación del nuevo hombre: el paradigma cognitivo y
el paradigma sociocultural.
a) El paradigma cognitivo
centra su atención en los procesos de pensamiento del profesor (cómo enseña) y
del alumno (cómo aprende); mientras que, el paradigma socio contextual se
preocupa del entorno y de la vida del aula; de ahí, la importancia que
representa que ambos aspectos estén obligados a conseguir su complementariedad.
b) Respecto al alumno, debe
considerársele como actor del aprendizaje, ya que es parte de ese escenario, es
decir, su contexto vital. Bajo estas circunstancias, la interrogante formulada
de ¿cómo aprende un alumno?, se convierte y queda reforzado en el ¿para qué
aprende?; vista desde una perspectiva contextualizada. Esto confirma que las
capacidades y los valores poseen no sólo una dimensión individual sino también
social.
c) Una de las características
propias del paradigma cognitivo consiste en fomentar el individualismo, pues
sólo vigila los procesos que efectúa una persona; no obstante, el paradigma
socio contextual tiende a sociabilizar, ya que se apoya en la interacción
contexto – grupo – individuo y viceversa; por tal razón, es necesario que ambos
paradigmas logren su integración.
A
través del paradigma cognitivo se puede dar significación y sentido a los
conceptos y hechos, desde la arquitectura del conocimiento (aprendizaje
constructivo y significativo). En tanto, el paradigma socio-cultural, ofrece
estructurar significativamente la experiencia y facilitar el aprendizaje
compartido dentro de un marco de la cultura social e institucional.
La
formación de los jóvenes en una sociedad de gente individualista, violenta y
sin paradigmas éticos, donde se nota el gradual deterioro de la familia y con
una escuela anclada en el pasado, obliga a los investigadores a analizar y
reformar el papel de ésta. Los planteamientos de la Pedagogía Conceptual según
De Zubiría, (2007), la escuela debe formar a los estudiantes para la vida, en
lugar de sólo educarlos. Según el autor, desempeñarse bien en la vida requiere
dominar las competencias afectivas humanas y desempeñarse bien en el trabajo
requiere que se desarrollen los talentos de cada alumno, a fin de hacerlo muy
competente laboralmente, según las exigencias del siglo XXI.
El
currículo tradicional que rige la enseñanza en las universidades es por
objetivos, los conocimientos se compartimentan en campos específicos en base a
los rasgos del perfil profesional, teniendo como fin el aprendizaje de las
asignaturas y los medios la metodología empleada en el aprendizaje. La
formación es específica para lograr ese fin, la formación general es débil y
aislada del contexto, formación que no tiene el aspecto humanista. Este tipo de
formación no es la adecuada para las exigencias de la sociedad actual.
La
formación por competencias tiene como fin el desarrollo de capacidades y
valores del estudiante, los conocimientos están englobados en módulos de enseñanza,
siendo los contenidos y los métodos de enseñanza los medios para lograr tal
fin. Este sistema de enseñanza es integral, donde el estudiante construye
conocimientos que salen y sirven en su contexto, sin desvincularse del mundo.
La
competencia profesional es la capacidad de realizar las actividades
correspondientes a una profesión conforme a los niveles esperados en el empleo.
El concepto incluye también la capacidad de transferir las destrezas y
conocimientos a nuevas situaciones dentro del área profesional y, más allá de
ésta, a profesiones afines. Esta flexibilidad suele implicar un nivel de
destrezas y conocimientos mayor de lo habitual incluso entre grupos de
trabajadores con experiencia. Transferir destrezas y conocimientos es hoy el
horizonte de cualquier formación, que pretenda cumplir los estándares en
términos de requerimientos en “la sociedad del conocimiento”.
La
concepción primigenia de competencia está asociada al saber hacer y saber hacer
en las cosas usuales, tales como los oficios, por ejemplo, la carpintería, la
construcción, los curanderos, etc. Y todo el conjunto de capacidades de vida
que el hombre adquiere en su trato con las cosas. (Iglesias, 2010)
La
misma autora detalla respecto a la importancia de la formación en competencias
para lograr una realización dentro de la sociedad actual: …La filosofía de base
de las competencias laborales y la filosofía de las competencias cognitivas en
la educación básica sean diferentes, aunque ambas perspectivas sustentan el
tema de las habilidades y competencias necesarias para que los individuos
lleven una vida exitosa y responsable… las capacidades son necesarias para
llevar una vida significativa y exitosa.
Esto
deriva en un posicionamiento de las competencias desde el punto de vista del
campo laboral y desde la educación. Esta relación es la que hace pertinente a
la educación por competencias, donde la educación tiene que estar vinculada
estrechamente con el sector productivo que brinda el mercado laboral. Este,
demanda profesionales con ciertas características, útiles en la satisfacción de
las necesidades propias del mundo actual, profesionales que sepan interactuar
dentro de la sociedad, con una conducta ética y por supuesto, con las
capacidades actualizadas en su campo de acción. La educación tiene la
responsabilidad de esta formación.
Sternberg
(1987)[2] citado por (Iglesias,
2010) define la competencia como una conducta adaptativa y propositiva que se
adapta a un contexto y posee unas metas o finalidades. Supone un modelamiento y
una elección de ambientes del mundo real relevantes para la vida de un sujeto.
Por ello es diferencial (al variar de un sujeto a otro) y aprendida (se prende
en un contexto social).
Desde
la perspectiva cognitiva se puede conceptualizar a la competencia, como: un
conjunto de elementos heterogéneos combinados en interacción dinámica: entre
los ingredientes podemos distinguir los saberes, el saber hacer, las facultades
mentales o cognitivas y las cualidades personales. También puede definirse como
la capacidad probada de realizar una tarea particular y de realizarla en
condiciones específicas y detalladas.
Román y Diez (1998)
exponen que la génesis de la competencia desde la perspectiva sociocultural
presupone los siguientes requisitos:
Nivel necesario de
comprensión mental (habilidad intelectual)
Percepción de que cada
una de las metas que se van a realizar sean apropiadas y deseadas.
Un nivel de motivación
óptimo
Acceso a situaciones en
que existen oportunidades de repetir las destrezas adquiridas, así como
oportunidad para recibir una adecuada retroalimentación positiva hasta que se
haya sido mejorada.
Las
competencias tiene que ver con el desarrollo conductual del sujeto del
aprendizaje, la conducta se puede formar con los rasgos y comportamientos
observables, pero también con los no observables, como la conciencia, la
creatividad, las actitudes, las necesidades, etc. Factores que no son tomados
en cuenta por el sistema tradicional conductista. El control de la conducta
sirve para manejar los estímulos de la vida a presión, en el campo laboral.
La
competencia desde la perspectiva de la formación para el trabajo, explica que
la realización pasa por el dominio de las capacidades en la acción misma del
desempeño en el trabajo que de una formación abstracta o teórica. Por lo que el
sujeto podrá adquirir competencias en una formación eminentemente práctica.
(Iglesias, 2010) señala que “estructurar una formación para el trabajo que
atienda al desarrollo de la personalidad, con el énfasis en la búsqueda de
autonomía, responsabilidad y participación; de allí la importancia que se le
confiere a las competencias sociales y cooperativas”.
La
competencia es un concepto complejo y dinámico. Si, la formación de
competencias tiene que tener perspectivas en lo sociocultural, conductual y
realización en el trabajo, alcanza la dimensión compleja del sujeto a formarse.
Lo
complejo tiene que ver con la diversidad de elementos que componen un
situación, un todo se compone de partes que interactúan, desde variables
diferentes, como es el caso de las competencias en las cuales las variables
contexto, capacidades, tareas o problemas, se entretejen en una interacción que
sólo puede ser verdaderamente comprendida desde la perspectiva de la
complejidad. (Iglesias, 2010)
El
carácter dinámico de la competencia consta de tres direcciones fundamentales:
los factores afectivos (que se ubican en aspectos metacognoscitivos), Las fases
dinámicas por donde transita la acción, las cuales posibilitan aseverar que la
competencia es acción, actuación y creación. Las direcciones del carácter
dinámico de la competencia apuntan hacia los conocimientos, la afectividad y la
perspectiva fásica de la acción.
Conclusión
Los alcances del enfoque
socioformativo, la teoría de la complejidad aplicada a la competencia, el
sistema de enseñanza por competencias, son aportes científicos que deben
confluir para reformar la enseñanza universitaria.
El desempeño del ingeniero
agrónomo que alcanza la proyección y difusión de conocimientos en la mejora de
la producción y productividad del agro, se sostendrá si recibe una formación
integral por competencias, para dotarlo de capacidades comunicativas, de una
vasta formación general y valores y actitudes, para que su integración e
inserción en el ámbito laboral sea efectiva.
Sólo con una vocación de
cambio que alcance las estructuras de la enseñanza se lograría ofertar una
enseñanza acorde con la demanda de la sociedad actual. Este cambio no sólo
involucra el currículo, sino, las perspectivas de los directivos, docentes,
estudiantes y comunidad en general.
Bibliografía
Iglesias, M. R. (2010).
El Concepto de competencias desde la complejidad. México: Trillas.
Tobón, S. (2010). Formación
integral y competencias. Bogotá: Ecoe.
Vargas, J. (2008). Tesis
doctoral: El Paradigma Sociocognitivo como base del cambio en la cultura
pedagógica. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.
De Zubiría, Miguel. Introducción a Pedagogía Conceptual.
Colombia.(2007).
De Zubiría, J. De la
Escuela Nueva al Constructivismo. Un Análisis Crítico. Cooperativa Editorial
Magisterio. Bogotá. 2008. Pp 55
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