jueves, 27 de septiembre de 2012


“Diseño curricular por competencias basado en el enfoque socioformativo para la carrera profesional universitaria de Agronomía”
(ensayo)
 

La universidad como pilar fundamental de la investigación, ente productor y proyector del conocimiento científico, tiene la función ineludible de sostener el desarrollo humano de la sociedad que la alberga. La sociedad actual demanda que la enseñanza superior dote al estudiante de competencias para insertarse en un mundo laboral exigente, diversificado y muy especializado; y una convivencia humana extremadamente complicada, individualizada, violenta, corrupta y axiológicamente deteriorada.
En esta sociedad tecnificada en extremo, con brechas sociales insalvables y controlada por la globalización de la economía y la información principalmente, donde la cultura es envolvente evidenciando que la diversificación y transculturización deja la predominancia de la de los países desarrollados, llegando a veces a erradicar algunos rasgos culturales de los que están en desarrollo.
La reacción de la universidad ante este reto no ha sido suficiente teniendo en cuenta la responsable demanda actual de la sociedad. [1]La universidad ha tendido hacia la “mercantilización” de los servicios de enseñanza, subordinando la investigación y las demandas de la sociedad, disminuyendo considerablemente la calidad de la educación. Las sociedades actuales señaladas como las del conocimiento, exigen un sistema de enseñanza superior que posean un buen nivel de calidad y pertinencia y un grado de cooperación internacional suficientes, para erigirse como pilares de la edificación de esta sociedad cambiante, por lo que se hace necesario y fundamental el apoyo público. La producción y divulgación del conocimiento genera un costo, en el ámbito cultural, social y cognitivo; necesitando de parte de la sociedad un nivel de financiación, en lo económico, social o cultural. La aparición de nuevos conocimientos organizados en disciplinas cada vez más específicas y en redes de conocimientos más complejos y menos jerarquizados, ponen un reto considerable a las universidades, para mantenerse actualizadas, pertinentes y con enseñanza de calidad, por lo que el nuevo modelo que se implante tiene que ser reformado, teniendo en cuenta estas características del mundo actual.
Esta realidad problemática se repite en el Perú, incrementándose con una legislación que es parte importante de la decadencia del sistema. La universidad no se adapta a las necesidades actuales de nuestra sociedad, es diversificada, eminentemente “mercantilizada”, desclasada, con escasa promoción de la investigación, que se ha extendido a lo largo del territorio con pseudo filiales sin tener en cuenta las necesidades de su contexto, donde las profesiones que predominan son las de ciencias sociales y otras, que requieren menos inversión en laboratorios, equipos y materiales para la investigación. Por otro lado hay universidades creadas por demandas y tendencias coyunturales o por intereses económicos y comerciales. Como se explica en Informe “La Universidad en el Perú” (2005).
Ante este fenómeno, planteamos un cambio en el modelo curricular de la carrera universitaria de Agronomía, que contenga una formación en competencias, bajo el enfoque socioformativo, por lo siguiente:
La formación que reciben los estudiantes no puede excluir el aspecto humano. El enfoque socio formativo rompe con la tradición de mantener un currículo que forme con una selección de los campos del conocimiento acorde con lo que las personas necesitan conocer para resolver un conjunto de problemas presentes en el sistema social, con una rigidez academicista que bloquea la toma de conciencia y la contextualización del estudiante, es decir no hay una formación humanista.
El enfoque socio formativo asume el “currículo como como un proceso específico, de acuerdo a negociación entre los requerimientos de la sociedad, de las instituciones educativas y de las personas, con respecto a la formación integral y el aprendizaje de competencias en las diferentes áreas de actuación, teniendo como propósito favorecer la autorrealización, la construcción del tejido social y el desarrollo económico” (Tobón, 2010)
El Enfoque socioformativo o enfoque complejo se define según Tobón (2010) como un marco de reflexión – acción educativo que pretende generar las condiciones pedagógicas esenciales para facilitar la formación de personas íntegras, integrales y competentes para afrontar  los retos-problemas del desarrollo personal, la vida en sociedad, el equilibrio ecológico, la creación cultural-artística y la actuación profesional-empresarial, a partir de la articulación de la educación con los procesos sociales, comunitarios, económicos, políticos, religiosos, deportivos, ambientales y artísticos en los cuales viven las personas, implementando actividades formativas con sentido. Difiere de otros enfoques de competencias en que enfatiza en cómo cambiar la educación desde el cambio de pensamiento de las personas responsables de ella a través de la investigación acción, teniendo en cuenta la persona humana como un todo, una de cuyas dimensiones son las competencias.
El mismo autor explica que los fines del currículo desde el enfoque socioformativo apunta a que los directivos, docentes, personal administrativos, familias y estudiantes gestiones la formación humana integral a través de un solo proyecto ético de vida, el emprendimiento creativo y el aprendizaje de competencias fundamentales… este enfoque propende en la aplicación de un currículo que no sólo tenga que ver con la formación de los estudiantes, sino también para toda la comunidad educativa en general y un aporte fundamental para elevar el nivel de calidad de vida.
Según (Tobón, 2010) Los Principios del Pensamiento Complejo aplicados al currículo son: El principio de la auto-eco-organización, El principio de recursividad organizacional, el principio dialógico y el principio hologramático.
El principio de la auto-eco-organización, consiste en que un sistema vivo debe buscar unos determinados fines acordes con su estructura a partir de relaciones de dependencia constructiva y cambiantes con el entorno externo. Los sistemas que se concentran sólo en sí mismos, o que se despliegan para responder sólo a las demandas externas, no cumplen a cabalidad con sus fines. Morín lo expresa de forma clara cuando plantea que para ser independiente, es necesario ser dependiente, pero las relaciones de dependencia deben ir cambiando para asumir nuevos retos y no quedarse en un estancamiento.
Las universidades deben ir cambiando, renovándose para asumir los nuevos retos que le presenta la sociedad, de la cual dependen, adecuación que las mantendrá en un nivel de pertinencia, con buena calidad de enseñanza, formando personas creativas y emprendedoras.
El principio de la recursividad organizacional, trasciende la causalidad propia de la epistemología positivista que ha tenido y que tiene la ciencia tradicional, y en su lugar propone tres aspectos: 1) las causas actúan sobre los efectos, pero al mismo tiempo, los efectos actúan sobre las causas; 2) los fenómenos no tienen una única causa ni un único efecto, y todo ello es necesario analizarlo para generar una mayor comprensión y así posibilitar una actuación en la realidad más efectiva y pertinente al sistema global; y 3) los procesos se regulan y mejoran a partir de información, y esta información debe provenir de varias fuentes, no de una.
En las universidades no sólo se requiere tener un currículo de calidad para asegurar una buena formación humana e integral, sino que mucho tiene que ver en la formación los directivos gestores y emprendedores, docentes capacitados y la intervención de la comunidad en general en plantear organizadamente las demandas educativas que se consolidarán en el perfil profesional de cada carrera universitaria.
Para la evaluación del currículo es necesario utilizar varias fuentes: el sector productivo, los egresados que son buena parte de la comunidad para ir actualizando los contenidos y perfeccionándolo de acuerdo a las demandas de la sociedad del conocimiento.
Los estudiantes no precisan solamente formarse con los contenidos del campo del conocimiento que han escogido, sino tener una formación amplia y diversa, que le permita desenvolverse en la sociedad globalizada y ejercer una ciudadanía universal propia de estos tiempos.

El principio dialógico, aplicando el pensamiento complejo que propone un avance respecto a la propuesta de la dialéctica tradicional al establecer que no sólo hay que unir los contrarios, sino que también hay que establecer los mejores caminos o medios por los cuales se deben complementar dichos contrarios u opuestos a partir de unos determinados fines, considerando el sistema global como tal, buscando que lleven a los procesos a tener un mayor desarrollo, creatividad, posicionamiento y fortaleza para afrontar el contexto.
En el sistema universitario, el diseño curricular tiene que tener algunas características que lo validen, tanto la sociedad como los actores del proceso formativo, los estudiantes. La complementaridad de los fines y expectativas de los directivos, docentes, estudiantes y comunidad. Así también de la investigación científica con la investigación de la calidad de la enseñanza y la investigación aplicada y lo inherente a esta, como los costos y el financiamiento.
Así también la relación de complentaridad de la formación para la realización personal con la formación científica, la formación socio-ambiental y la formación para el mundo laboral-profesional.
Así mismo no se debe dejar de lado la complementación entre la flexibilidad, la diversificación con la línea de formación trazada en la estructura.
El principio hologramático, es que el todo está presente en las partes.
La universidad como parte de la sociedad, debe representar a esta, configurándose para encarnar sus necesidades y problemas, insertada en el tejido social.
El modelo educativo como parte debe integrar la esencia de las políticas educativas de una región, país y el mundo que es el todo. El perfil del estudiante debe articular la esencia del modelo educativo. El diseño de módulos, proyectos formativos o unidades de organización curricular, que son partes, deben articular con el modelo educativo institucional, así como las políticas educativas macro, que es el todo.
La refundación de la escuela tiene que tener una base científica de orientar la formación hacia las necesidades de la sociedad actual, de la tecnología y el conocimiento, de la sociedad globalizada en la economía, la cultura y la información. Ante esta necesidad surge un paradigma moderno en la investigación de la educación: el paradigma sociocognitivo.
(Vargas, 2008), detalla la importancia del paradigma sociocognitivo:
Del análisis de los paradigmas cognitivos y sociocultural, surge el planteamiento de un nuevo paradigma socio-cultural. (Román y Díez, 1999) En efecto, cada uno de los paradigmas antes mencionados, aportan su visión y características peculiares que, integrándolas conforman un modelo educativo compatible entre sí; bajo una propuesta de transformación teórica y metodológica que responda a las necesidades de una sociedad globalizada con un tinte humanista.
Los alcances que este paradigma sociocognitivo pretende cubrir, implican que a partir de una adecuada estructuración significativa de los contenidos, hechos y procedimientos, se vea favorecido el aprendizaje significativo individual (modelo cognitivo); debiendo complementarse con la experiencia individual y grupal contextualizada de los alumnos (modelo sociocultural); para que de esta manera, surja el interés y la motivación necesaria que posibilite la creación de actitudes, valores, capacidades y destrezas.
Surge entonces una necesidad de usar un nuevo paradigma en la investigación que complemente los alcances de los paradigmas de la “nueva escuela”, que deben subyacer para reformar la formación del nuevo hombre: el paradigma cognitivo y el paradigma sociocultural.
(Vargas, 2008), explica las razones de este cambio y las detalla así:
a)  El paradigma cognitivo centra su atención en los procesos de pensamiento del profesor (cómo enseña) y del alumno (cómo aprende); mientras que, el paradigma socio contextual se preocupa del entorno y de la vida del aula; de ahí, la importancia que representa que ambos aspectos estén obligados a conseguir su complementariedad.
b)  Respecto al alumno, debe considerársele como actor del aprendizaje, ya que es parte de ese escenario, es decir, su contexto vital. Bajo estas circunstancias, la interrogante formulada de ¿cómo aprende un alumno?, se convierte y queda reforzado en el ¿para qué aprende?; vista desde una perspectiva contextualizada. Esto confirma que las capacidades y los valores poseen no sólo una dimensión individual sino también social.
c)  Una de las características propias del paradigma cognitivo consiste en fomentar el individualismo, pues sólo vigila los procesos que efectúa una persona; no obstante, el paradigma socio contextual tiende a sociabilizar, ya que se apoya en la interacción contexto – grupo – individuo y viceversa; por tal razón, es necesario que ambos paradigmas logren su integración.
A través del paradigma cognitivo se puede dar significación y sentido a los conceptos y hechos, desde la arquitectura del conocimiento (aprendizaje constructivo y significativo). En tanto, el paradigma socio-cultural, ofrece estructurar significativamente la experiencia y facilitar el aprendizaje compartido dentro de un marco de la cultura social e institucional.
La formación de los jóvenes en una sociedad de gente individualista, violenta y sin paradigmas éticos, donde se nota el gradual deterioro de la familia y con una escuela anclada en el pasado, obliga a los investigadores a analizar y reformar el papel de ésta. Los planteamientos de la Pedagogía Conceptual según De Zubiría, (2007), la escuela debe formar a los estudiantes para la vida, en lugar de sólo educarlos. Según el autor, desempeñarse bien en la vida requiere dominar las competencias afectivas humanas y desempeñarse bien en el trabajo requiere que se desarrollen los talentos de cada alumno, a fin de hacerlo muy competente laboralmente, según las exigencias del siglo XXI.
El currículo tradicional que rige la enseñanza en las universidades es por objetivos, los conocimientos se compartimentan en campos específicos en base a los rasgos del perfil profesional, teniendo como fin el aprendizaje de las asignaturas y los medios la metodología empleada en el aprendizaje. La formación es específica para lograr ese fin, la formación general es débil y aislada del contexto, formación que no tiene el aspecto humanista. Este tipo de formación no es la adecuada para las exigencias de la sociedad actual.
La formación por competencias tiene como fin el desarrollo de capacidades y valores del estudiante, los conocimientos están englobados en módulos de enseñanza, siendo los contenidos y los métodos de enseñanza los medios para lograr tal fin. Este sistema de enseñanza es integral, donde el estudiante construye conocimientos que salen y sirven en su contexto, sin desvincularse del mundo.
La competencia profesional es la capacidad de realizar las actividades correspondientes a una profesión conforme a los niveles esperados en el empleo. El concepto incluye también la capacidad de transferir las destrezas y conocimientos a nuevas situaciones dentro del área profesional y, más allá de ésta, a profesiones afines. Esta flexibilidad suele implicar un nivel de destrezas y conocimientos mayor de lo habitual incluso entre grupos de trabajadores con experiencia. Transferir destrezas y conocimientos es hoy el horizonte de cualquier formación, que pretenda cumplir los estándares en términos de requerimientos en “la sociedad del conocimiento”.
La concepción primigenia de competencia está asociada al saber hacer y saber hacer en las cosas usuales, tales como los oficios, por ejemplo, la carpintería, la construcción, los curanderos, etc. Y todo el conjunto de capacidades de vida que el hombre adquiere en su trato con las cosas. (Iglesias, 2010)
La misma autora detalla respecto a la importancia de la formación en competencias para lograr una realización dentro de la sociedad actual: …La filosofía de base de las competencias laborales y la filosofía de las competencias cognitivas en la educación básica sean diferentes, aunque ambas perspectivas sustentan el tema de las habilidades y competencias necesarias para que los individuos lleven una vida exitosa y responsable… las capacidades son necesarias para llevar una vida significativa y exitosa.
Esto deriva en un posicionamiento de las competencias desde el punto de vista del campo laboral y desde la educación. Esta relación es la que hace pertinente a la educación por competencias, donde la educación tiene que estar vinculada estrechamente con el sector productivo que brinda el mercado laboral. Este, demanda profesionales con ciertas características, útiles en la satisfacción de las necesidades propias del mundo actual, profesionales que sepan interactuar dentro de la sociedad, con una conducta ética y por supuesto, con las capacidades actualizadas en su campo de acción. La educación tiene la responsabilidad de esta formación.
Sternberg (1987)[2] citado por (Iglesias, 2010) define la competencia como una conducta adaptativa y propositiva que se adapta a un contexto y posee unas metas o finalidades. Supone un modelamiento y una elección de ambientes del mundo real relevantes para la vida de un sujeto. Por ello es diferencial (al variar de un sujeto a otro) y aprendida (se prende en un contexto social).
Desde la perspectiva cognitiva se puede conceptualizar a la competencia, como: un conjunto de elementos heterogéneos combinados en interacción dinámica: entre los ingredientes podemos distinguir los saberes, el saber hacer, las facultades mentales o cognitivas y las cualidades personales. También puede definirse como la capacidad probada de realizar una tarea particular y de realizarla en condiciones específicas y detalladas.
Román y Diez (1998) exponen que la génesis de la competencia desde la perspectiva sociocultural presupone los siguientes requisitos:
Nivel necesario de comprensión mental (habilidad intelectual)
Percepción de que cada una de las metas que se van a realizar sean apropiadas y deseadas.
Un nivel de motivación óptimo
Acceso a situaciones en que existen oportunidades de repetir las destrezas adquiridas, así como oportunidad para recibir una adecuada retroalimentación positiva hasta que se haya sido mejorada.

Las competencias tiene que ver con el desarrollo conductual del sujeto del aprendizaje, la conducta se puede formar con los rasgos y comportamientos observables, pero también con los no observables, como la conciencia, la creatividad, las actitudes, las necesidades, etc. Factores que no son tomados en cuenta por el sistema tradicional conductista. El control de la conducta sirve para manejar los estímulos de la vida a presión, en el campo laboral.
La competencia desde la perspectiva de la formación para el trabajo, explica que la realización pasa por el dominio de las capacidades en la acción misma del desempeño en el trabajo que de una formación abstracta o teórica. Por lo que el sujeto podrá adquirir competencias en una formación eminentemente práctica. (Iglesias, 2010) señala que “estructurar una formación para el trabajo que atienda al desarrollo de la personalidad, con el énfasis en la búsqueda de autonomía, responsabilidad y participación; de allí la importancia que se le confiere a las competencias sociales y cooperativas”.
La competencia es un concepto complejo y dinámico. Si, la formación de competencias tiene que tener perspectivas en lo sociocultural, conductual y realización en el trabajo, alcanza la dimensión compleja del sujeto a formarse.
Lo complejo tiene que ver con la diversidad de elementos que componen un situación, un todo se compone de partes que interactúan, desde variables diferentes, como es el caso de las competencias en las cuales las variables contexto, capacidades, tareas o problemas, se entretejen en una interacción que sólo puede ser verdaderamente comprendida desde la perspectiva de la complejidad. (Iglesias, 2010)
El carácter dinámico de la competencia consta de tres direcciones fundamentales: los factores afectivos (que se ubican en aspectos metacognoscitivos), Las fases dinámicas por donde transita la acción, las cuales posibilitan aseverar que la competencia es acción, actuación y creación. Las direcciones del carácter dinámico de la competencia apuntan hacia los conocimientos, la afectividad y la perspectiva fásica de la acción.
  
Conclusión
Los alcances del enfoque socioformativo, la teoría de la complejidad aplicada a la competencia, el sistema de enseñanza por competencias, son aportes científicos que deben confluir para reformar la enseñanza universitaria.
El desempeño del ingeniero agrónomo que alcanza la proyección y difusión de conocimientos en la mejora de la producción y productividad del agro, se sostendrá si recibe una formación integral por competencias, para dotarlo de capacidades comunicativas, de una vasta formación general y valores y actitudes, para que su integración e inserción en el ámbito laboral sea efectiva.
Sólo con una vocación de cambio que alcance las estructuras de la enseñanza se lograría ofertar una enseñanza acorde con la demanda de la sociedad actual. Este cambio no sólo involucra el currículo, sino, las perspectivas de los directivos, docentes, estudiantes y comunidad en general.


Bibliografía
Iglesias, M. R. (2010). El Concepto de competencias desde la complejidad. México: Trillas.
Tobón, S. (2010). Formación integral y competencias. Bogotá: Ecoe.
Vargas, J. (2008). Tesis doctoral: El Paradigma Sociocognitivo como base del cambio en la cultura pedagógica. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.
De Zubiría, Miguel. Introducción a Pedagogía Conceptual. Colombia.(2007).
De Zubiría, J. De la Escuela Nueva al Constructivismo. Un Análisis Crítico. Cooperativa Editorial Magisterio. Bogotá. 2008. Pp 55


[1] Informe de la UNESCO “Hacia las sociedades del conocimiento” (2005)
[2] citado por (Iglesias, 2010)